Un jersey negro,
preservativos, lubricante.
Las sábanas revueltas:
una ceremonia tras otra.
Miguel Ángel -el amable puñal-
ha muerto,
y yo no sé que ponerme
Miguel Ángel Lafarga murió en 1995. Fotógrafo, activista de Lesbianas y Gays de Aragón (LYGA) y, sobre todo, un pedazo de pan debajo de su cuero y sus tachuelas, fue, hasta mucho tiempo después, mi único contacto con aquella organización. Yo estaba entonces vinculado al activismo con la insumisión, en aquel momento en progresión aritmética, y recuerdo muy especialmente los debates internos de LYGA que nos contaba entonces Miguel Ángel: eran los tiempos de «ponga un prestacionista en su ONG» y a alguien se le ocurrió, sin éxito pero con un acalorado debate, proponer colaborar con la implantación de la Prestación Social Obligatoria. El argumento -que se repetiría aquellos años tantas veces en otras organizaciones- era «salvar» de la mili a algún gay afín a la organización… y de paso buscarse un currante gratuito. La idea fue finalmente rechazada, en el clarificador proceso que aquellos años nos permitió diferenciar organizaciones con una visión de transformación social global (aunque no fueran etiquetables como «radicales») de aquéllas con intereses más corporativistas. Leer mas…