Éramos unos críos. Pero ya entonces nos gustaba el monte con locura, los pájaros, los bosques, los paisajes de Aragón… En diciembre del año 1986 se formó el embrión de lo que sería un grupo de amigos de Zaragoza que poco a poco decidimos juntarnos para defender la naturaleza. La revista Quercus, con su manual “Cómo crear un grupo ecologista”, significó un antes y un después. Bajo el nombre difícil y siempre objeto de pregunta de la Sociedad Naturalista Medofosa, emprendimos una joven e intensa lucha ecologista. Nuestra corta edad –en torno a los 16 ó 18 años- no nos impedía emprender muchas acciones: presentar denuncias, escribir comunicados de prensa, organizar charlas, ciclos y exposiciones fotográficas, ofertar excursiones… e incluso hacer encierros en los despachos de la administración o encadenarnos como señal de protesta a las máquinas que destrozaban los montes. Ahí estaban Fernando, Luis, Miguel, Alfonso, Pedro, Enrique, Manolito, César, Jesús… y mucha otra gente que ha ido y ha venido por nuestras verdes vidas. Teníamos toda la vida por delante, poco que perder… y, sobre todo, muchas ganar de hacer cosas.
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