SOLIDARIDAD CON CHILE
Hay por casa un voluminoso diccionario ideológico, medio raído y harto manoseado, al que uno suele acudir en caso de apuro a la hora de escribir. Vamos a abrir sus páginas ansiosos, en busca de una palabra que es más que una palabra, muchísimo mas, es el tuétano de una historia y de miles de historias. Leemos: Exilio: destierro, expatriación, deportación, emigración, desarraigo, proscripción y un sangrante etcétera.
Entre todas ellas nos llama la atención la más palpitante para nosotros: desarraigo. La gente del campo sabe que, por lo general, un árbol echa sus raíces y ahí debe quedar para que nos dé sus frutos y su sombra y luzca en medio del paisaje. Todos sabemos la suerte que tendrá si lo arrancamos. En Chile hay árboles milenarios que tienen un carácter sagrado para los pueblos originarios. Entre ellos está el canelo y otros que merecen serlo como la araucaria, el alerce, el quillay… especies nativas que el pueblo defiende y mima religiosamente. En 1973 los chilenos y los que lo éramos de corazón plantamos un árbol, el » árbol del pueblo» que echó profundas raíces. Raíces de esperanza en un mundo de justicia y libertad y sus ramas crecieron tanto que sobrepasaron las nubes, un ramaje espléndido bajo el cual empezamos a cobijar todas las ilusiones mil veces soñadas por los más pobres: los mineros, los obreros de las fábricas, los hombres y mujeres del campo y la ciudad.
Y un aciago día, 11 de septiembre de 1973, con sus ansias de odio y venganza llegaron a arrancarlo aquéllos que la historia siempre recordará como viles, traidores y asesinos; llegaron a arrancarlo de raíz. Entonces por su tronco empezó a trepar una espesa savia roja y la muerte, también el desarraigo…
Muchos tuvimos que partir sin mirar atrás, guardar palabras muy queridas, no para olvidarlas sino para rumiarlas en el corazón, en familia, entre amigos, Desarraigo, desarraigo…. Arribamos solos o con los hijos a cuestas. Lo empezamos todo a partir de cero: después vino la vida cotidiana, la soledad, la amistad…. pero pronto nos dimos cuenta de que aquí afuera una gran familia se estaba forjando. Nos unimos a ella en un fecundo abrazo, devolviéndonos la confianza y las ganas de seguir en la brecha. Y por ella empezamos otra vez a caminar. Ella nos ayudó a plantar de nuevo un pequeño árbol lleno de esperanza. Chile volvió a ser nuestra tierra prometida
Llegamos a Valencia, a la «terreta», que nos recordaba la luminosidad del Valle del Aconcagua chileno donde vivimos. Visitamos el pueblo de Antonio Llidó sacerdote revolucionario, detenido desaparecido; compartimos los recuerdos con su familia. Recorrimos pueblos y ciudades sintiendo en nuestra piel la solidaridad con aquel pueblo sufriente. Y con esa solidaridad nos atrevimos a crear comités donde la gente acogía con emoción las noticias, las pequeñas protestas que ya empezaba a florecer a través de la alargada y angosta geografía de Chile.
Después de cinco largos años y por motivos solidarios, nos dirigimos a Pamplona. También allí seguimos trabajando en solidaridad con Chile y otros pueblos de Latinoamérica.
De ahí a Aragón. Nuestra llegada a Zaragoza nos enseñó que la vida siempre es tozuda y siempre nos sale al camino con las mismas andadas. Si eres solidario/a, esa misma solidaridad se te devuelve con creces, y comprobamos que así fue. Empezamos a caminar de nuevo por nuestro pueblo, y esta vez junto a los aragoneses. Al lado de los colectivos solidarios fuimos creciendo y creciendo en hermandad con la vista puesta en nuestro objetivo.
Es un día cualquiera de un mes de enero del 2008 nos sentamos frente al ordenador y recordamos y soñamos. Recordar, recordar: hacer retornar al corazón lo vivido en el pasado. Las fechas, los nombres, los acontecimientos se amontonan como signos, barajándose caprichosamente, a sus anchas, haciendo de las suyas,… Pero no importa. Nos interesa más el reverso de esos signos, su trasfondo, ese pulso que todavía nos golpea en la sangre, eso nos importa. Por eso damos rienda suelta a los recuerdos y tecleamos. Tecleamos para hacer una historia con minúscula, una historia como para ir por casa y que nos acompañe en el presente.
Un 10 de mayo de 1981 se formó en Zaragoza el Comité de Solidaridad con Chile. Pasó el tiempo y, cuando aparecieron las primeras protestas masivas, decidimos tomar el Consulado de Chile en Zaragoza, un 11 de mayo de 1983, con el objetivo de expresar la condena a la represión de la dictadura de Pinochet y como apoyo a la jornada de protesta de ese mismo día en el interior de Chile, que precisamente costó la vida a dos jóvenes. La ocupación duró poco más de una hora. Se colocó una pancarta en el balcón del Consulado, donde se podía leer «CHILE: BASTA DE CRÍMENES». La toma fue efectuada por el Comité de Solidaridad con Chile junto con USL, LCR. IUA, JOC y MCA.
Para la jornada de protesta del día 12 de julio de 1983, que se cobró en Chile varios muertos y decenas de heridos, se convocó una concentración ante el Consulado y se efectuó un encadenamiento. Se juntaron alrededor de 300 personas, que interrumpieron el tráfico por unos momentos en el paseo de Independencia. Al mismo tiempo se entregó al cónsul un comunicado apoyado por todas las fuerzas políticas y sociales de Zaragoza. En una de las protestas más sangrientas del pueblo chileno contra el régimen militar -treinta y dos muertos e innumerables heridos- el Comité envió un comunicado a los medios de difusión en el que se manifestaba el apoyo a la lucha del pueblo chileno y el repudio a la dictadura, demandando del gobierno español la ruptura de relaciones con el régimen fascista.
He aquí algunos párrafos entresacados del citado comunicado: «El Comité de Solidaridad con Chile y las numerosas organizaciones abajo firmantes queremos expresar:
-Apoyamos el establecimiento de un gobierno democrático, popular y revolucionario que dé al pueblo chileno pan, trabajo y libertad.
-Condenamos enérgicamente los asesinatos, las detenciones y torturas. Exigimos el juicio y condena de Pinochet.
-Exigimos la libertad de todos los detenidos y la aparición con vida de los detenidos desaparecidos.
-Convocamos al pueblo aragonés a que participe en la manifestación que se iniciará en la plaza de los Sitios, a las 11.30h del día 11 de septiembre.
Firmaban dieciséis organizaciones políticas y sociales.
Hubo varios festivales en homenaje a Víctor Jara, a Violeta Parra, a Pablo Neruda… Las canciones y los poemas se juntaron en diferentes actos en las voces de Daniel Viglietí, Mercedes Sosa, Ángel Parra, Joaquín Sabina, Paco Ibáñez, Labordeta, Carbonell, Ángel Petísme, Mauricio Aznar, Claudina y Alberto Gambino, Manuel Picón y Olga Manzano… y los poetas José Antonio Rey del Corral, Ángel Guinda, Emilio Gastón, Luis Irache, Carmen Magallón, José Luis Rodríguez, Javier Delgado, Rolando Míx , Julio Huasi -prestando su maravillosa voz Eduardo González- y otros más que se quedan en el tintero, en el Pabellón Municipal de Deportes, en el Teatro Principal, en el Teatro del Mercado, todos ellos a rebosar. Hubo también actos culturales en el Centro Cívico Tío Jorge, en la Vía Láctea del Casco Viejo, en el Tranvía del barrio de Las Fuentes, etc.
La poesía se hizo necesaria como el pan de cada día y se sumó a la guitarra y a la voz rebelde que canta por la liberación de un pueblo tan lejano como Chile pero a la vez tan cercano en el corazón. Miles de gargantas corearon las canciones y se apretaron de emoción con los poemas que evocaban el dolor y la lucha del pueblo hermano. Como siempre, estos actos culturales fueron apoyados por todas las organizaciones solidarias aragonesas, partidos de izquierda y sindicatos.
Hubo también una semana de solidaridad con el pueblo chileno. Se abrió con una importante exposición del artista chileno Víctor Ramírez en la sala municipal Pablo Gargallo; Heraldo de Aragón dio cabida a la misma, reseñando que asistieron el alcalde y otras autoridades. Unas palabras de la representante del Comité de Solidaridad con Chile cerraron el acto, destacando cómo «el golpe militar ha provocado el exilio de miles de chilenos, entre los que se cuenta el pintor Víctor Ramírez, quien está afincado en España desde 1975 »
Un apartado muy importante es el de las masivas manifestaciones de solidaridad con Chile y de repulsa al régimen militar de Pinochet por las calles de todo el país y de Zaragoza, contundente expresión del fervor popular por una causa tan justa. Manifestaciones llenas de colorido, con pancartas, banderas, gritos, consignas, grafittis…
La primera y una de las más concurridas fue la que se celebró un 13 de septiembre de 1983. Se pegaron varios miles de carteles y se repartieron otras tantas hojas por Zaragoza. Asistieron alrededor de diez mil personas. Salió de la plaza de los Sitios, recorrió varias calles antes de llegar al paseo de Independencia, pasando frente a Capitanía y al Consulado chileno y fue a terminar en la misma plaza de los Sitios, donde se leyó un comunicado, que entre otros puntos, decía: «Al acercarse el décimo aniversario del golpe fascista, el Comité de Solidaridad con Chile y las organizaciones que figuran en la convocatoria, queremos expresar nuestro apoyo y solidaridad con la lucha del pueblo chileno por derrocar a la dictadura de Pinochet y su nuevo gobierno marioneta que ya se ha manchado las manos con tanta sangre de niños, hombres y mujeres chilenos. Condenamos enérgicamente los asesinatos, las detenciones, los allanamientos, las vejaciones y torturas. Exigimos el juicio y condena de los culpables: Pinochet y sus esbirros.»
La plaza de España fue numerosas veces escenario de las concentraciones con motivo de la solicitud de extradición a nuestro país del dictador Pinochet. Un día a la semana un nutrido grupo de personas nos juntábamos frente a la Diputación Provincial para apoyar dicha extradición. Allí, desplegada una pancarta, se leían los comunicados de las organizaciones convocantes, se repartían a los transeúntes hojas de información sobre la situación política y social de Chile, las protestas, las movilizaciones en su interior y en el resto del mundo.
Entonces se respiraba un clima de euforia y esperanza pensando que muy pronto el dictador daría con sus huesos en una cárcel española. Varios diarios aragoneses se hicieron eco de esas concentraciones, entre ellos el Heraldo de Aragón: «Pinochet asesino». «Ni olvido ni perdón. Pinochet extradición» fueron los gritos unánimes ayer en Zaragoza, a lo largo de la media hora que duró la concentración convocada en la plaza de España. Un manifestante le prendió fuego a un cartel con el rostro caricaturizado del militar… Antes de clausurar el acto Concha Roldan, periodista, leyó un manifiesto contra la impunidad en el que se destacaba el «sentimiento de satisfacción que se ha producido en todos los países, sectores sociales, y gentes de toda edad y condición» tras la detención del militar chileno en Londres; instaba a los tribunales españoles a «cumplir la ley» y a seguir persiguiendo estos gravísimos delitos.
Por los años noventa el Comité organizó un viaje a Chile para las primeras elecciones generales democráticas realizadas en aquel país. Asistieron varias personas, entre ellas algunos parlamentarios, el Justicia de Aragón de la época, concejales, sindicalistas, dirigentes vecinales, profesores de universidad, etc. Allí pudieron comprobar la realidad que se vivía entonces, la efervescencia social y política de un pueblo que se levantaba contra el dictador, el alto nivel de organización de los trabajadores, de los estudiantes, de las poblaciones (barrios marginales), de las mujeres que bailaban solas exigiendo la vuelta con vida de los detenidos desaparecidos, de los presos políticos en la Cárcel Pública de Santiago, a los que visitaron entregándoles toda la solidaridad del pueblo aragonés. Estuvieron también en las manifestaciones, mezclándose con la gente, sintiendo el miedo que producen las cargas de la policía. Visitaron la tumba de Allende.
Estos son algunos breves retazos de nuestra andadura como Comité de Solidaridad con Chile, andadura que no sólo es nuestra, es la de miles de personas que nos acompañaron en la persecución de un fin por el que valió la pena trabajar, Como decíamos antes, la reseña de datos, fechas, nombres deja mucho que desear. Hemos querido hacer un barrido sobre unos hechos al modo cinematográfico, algo así como la sinopsis de una historia de amor por un pueblo, Chile, que no ha cesado de luchar. Muchos chilenos se lo merecen.
Rosario Baeza y Enrique Cogollos