REUNION EN LA FEDERACIÓN. (LA FEDERACIÓN REBELDE)
La verdad que estaba bien la Federación aquella época, por lo menos para reunirse. En el centro del Casco, bien comunicado, a un paso del río y de la margen izquierda (Picarral, la Jota, Arrabal,) o de las Fuentes y San José, y con autobuses directos o casi a Torrero, La Paz, Delicias, Oliver, Valdefierro…
A la sombra de la torre de la Madalena, el local de la Federación fue durante mucho tiempo el centro de reunión de los colectivos que se hacían y se deshacían, se coordinaban y montaban sus campañas y movidas. Eran unos buenos locales. Calentitos -a veces-, con buena luz y con la más amable y solidaria de las secretarias, la Nines. Con salas de diferentes tamaños según las necesidades, una fotocopiadora, un teléfono, y buenos bares alrededor para continuar las tertulias y la reunión si hacía falta. Incluso tenían la revista La calle de todos, en la que te podían sacar si te ponías pesao.
Sin duda conseguir estos locales fue una gran conquista del movimiento vecinal zaragozano de la que se beneficiaron incontables asociaciones, grupos, colectivos, vecinos, gente. Allí se coordinaban los grupos, se hacían las asambleas, se preparaban los materiales para las manifas, las marchas, se daban las ruedas de prensa; incluso se hicieron encierros, o allí se refugiaban los desalojados por la policía de las casas ocupadas. Por unos años aquel fue el lugar de todos.
Pocos de los que salen en el resto de páginas de este libro no pasaron en un momento u otro por la Federación de Barrios. Esa es la historia. Aquello duró justo hasta el cambio de milenio; primero cuando un grupo de personas del PSOE, junto a un concejal del mismo partido, y otro de personas del PC, cercanas al tema de las cooperativas de viviendas, decidieron que ellas gestionarían mejor aquellos locales, aquella federación. No tuvieron que esforzarse mucho. Somos gente educada, no coincidíamos con sus formas de funcionamiento y nos fuimos marchando. Se cerró un centro de drogodependencias gestionado por la Federación, siete trabajadores fueron despedidos, implantaron normas para las reuniones, cambiaron los muebles de sitio… Una pequeña cola de actividad se prolongó hasta que los socialistas ganaron las siguientes elecciones. Ahora reina la tranquilidad entre aquellas paredes. Aún hay reuniones, por supuesto, aún es un espacio público abierto a todos, como se conquistó hace años, aún está la Nines. Pero, con mucho, la mayoría de las visitas que reciben son las de aquellos que quieren una vivienda de protección oficial en propiedad. Así cambian los tiempos, esa también es la historia.
Aquellos locales fueron una gran conquista. Hicimos mucho entre aquellas paredes, nos sirvieron para mucho entonces. Tal vez tengamos todavía una deuda con ellas.
Para el carro
Pepe Barrios