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zaragoza rebelde – 1975, 2000 – movimientos sociales y antagonismos

PROTESTA E IDENTIDAD SOMARDA, EL CASO DE IXO RAI!

IXO RAI!

Un día de finales de los ochenta en la calle San Vicente de Paúl, nº26, desde las rejas de una trampilla se escuchan sonidos desde un sótano… uno de tantos grupos ha conseguido seducir a la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza para que le ceda un rincón para ensayar con la única contraprestación de tocar de vez en cuando para los eventos de la entidad vecinal. Los transeúntes de los viernes noche, en busca de rincones y tugurios para completar su nivel etílico, escasamente reparan en estos sonidos que iban a marcar una época para muchos amantes de la música de raíz que descubrieron que era posible sacarla de los museos y los formoles para generar otras cosas muy poco correctas y nada convenientes (políticamente hablando).
Estos “ruidos” los emitían un grupo de individuos provenientes o “caídos” de diferentes formaciones o proyectos, formadas o encontradas en las convocatorias de Bailes al estilo Tradicional (que se formularon en la Pza. Santa Cruz en un principio y en el edificio del Ex-Mixto 4 más tarde -hoy sede de Hacienda del Gobierno de Aragón en S. Vicente de Paúl-). Pues bien,  estos personajes se aglutinaron en torno a su obstinada tendencia de celebrar copiosas lifaras en las que se aprovechaba para cantar, tocar y expresar su vida cotidiana de una forma que no era bien vista por la ortodoxia del momento. Ahora que hablamos del “momento”, echémosle un vistazo:
Año 1988, Casco Viejo: en el entorno del Barrio de la “Madalena” confluían gentes y colectivos sociales formales e informales en plena ebullición. El contexto de desmovilización de las entidades de iniciativa social que se había orquestado desde la élite gobernante y sus asociaciones satélite previamente domesticadas generaba un cierto desencanto entre toda esta gente que hacía la revolución entre tapa y tapa a la hora del vermú. Se respiraban ansias y necesidades en el ambiente, una de ellas (entre otras muchas) era la de cubrir, comprender y vivir con fundamentos un poco satisfactorios una identidad colectiva que hasta entonces se alimentaba de tópicos alimentados por el nacional-catolicismo aragonés. Si bien el movimiento de cantautores de la Transición había abierto el camino, y contados grupos se habían dedicado a arduas tareas de rastreo y difusión en la cultura popular, la ciudad todavía no vislumbraba la potencialidad que ésta podía aportar a los años venideros.

Como en todos los procesos de autoreconocimiento colectivo, la interpretación y uso de ese redescubierto acervo popular se hacían con multitud de enfoques, y aunque la riqueza y diversidad de esta multiplicidad de direcciones era evidente, se empezaban a apuntar indicios de un cierto fundamentalismo cultural e intentos por patrimonializar, instrumentalizar, homogeneizar y oficializar una cultura solo reconocida de puertas adentro de cada familia en cada núcleo rural.

En el seno de estos mismos grupos de reafirmación y autoconocimiento cultural surgen las alertas y se comienza a practicar un cierto relativismo cultural cuajado de internacionalismo y sobre todo de autocrítica jocosa y festiva -que como es lógico en Zaragoza y en Aragón se adscribe a la denominación somarda, término que agrupa en uno conceptos como ironía, mordacidad, inocencia y buen humor entre otros-.
Toda esta introducción sirve para decir que los mismos músicos que ante público formal recuperaban e interpretaban nota por nota en instrumentos que reproducían la tradición de nuestros antepasados en géneros denostados y en desuso, en privado disfrutaban poniéndolos a prueba y fusionándolos con las más peregrinas tendencias y haciendo las mejores risas que su humor les permitía.
Este fue el caso de Ixo Rai!: La primera puesta en escena fue a raíz de una oferta municipal para actuar en la Cincomarzada ocupando el vacío a última hora que otro grupo dejaba por acudir a un compromiso previo. Esta gente lo vio como el momento ideal de reírse de si mismos con el resto de vecinos de Zaragoza y sobre todo de financiar una merendola más. Después de la actuación habría disolución y cobro de honorarios con cena incluida. ¿Qué podía haber más alternativo en ese momento?.
Un grupo cuyo nombre daba igual y por eso se llamó Ixo Rai! (que significa en aragonés «eso da lo mismo») porque se iba a desmantelar en el acto. Además iba a ofrecer una versión crítica e hilarante de los estándares del folk aragonés más respetado, fusionando boleros con canciones de misa tocadas con instrumentos étnicos y rocanroleando himnos a la virgen del Pilar. Se formulaban ya tímidamente en público las críticas y comentarios que hasta entonces se hacían en privado.
El impacto, aunque pequeño, descolocó a críticos y espectadores ávidos de más doctrina y calificaron el evento de humorada o incluso «música celta» entre otras denominaciones. No fue así para la FABZ (Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza) que propuso colaboraciones en sus eventos posteriores, ni para los programadores de la música folk en el patio del Museo Provincial, que se habilitaba para ello en Fiestas del Pilar (pisando los mosaicos romanos de su patio). Desde entonces la FABZ les ofrece un local en sus sótanos de San Vicente de Paúl donde ensayaron a partir de entonces con los bafles y equipo del Taller de Música Altoaragonesa que a su vez heredan de La Orquestina del Fabirol.
Fue allí cuando Ixo Rai! se desmelena y envalentonado por un sector de su público, corrige a golpe de spray en el escenario los rótulos de varias localidades del Alto Aragón e incluso ofrece su micrófono a un encapuchado que lee un comunicado del Subcomandante Marcos o canta pidiendo la libertad de un insumiso preso. No solo en su comunicación se ve su afán antiprofesional y relativizador sino en su actitud con el público a quien invita a merendar vino de Alfamén y repostería de Villanueva para compensar la «inconcebible» entrada (200 pesetas =1’20 euros), o reparte un “kit de porro” en una bolsita de celofán que contenía cartoncito, cigarrillo rubio y un envoltorio de papel de plata con una “chinica” de chocolate… Lacasa.
En posteriores conciertos del Pilar, ya en la Pza. Sta. Cruz, la ya masiva afluencia acuña el grito “Ixo Rai! a la Romareda!” para expresar su descontento ante las condiciones de agravio comparativo que sufría este tipo de música con respecto a fórmulas más comerciales que recibían todo tipo de infraestructura (ese Pilar actuaban en la Romareda Héroes del Silencio, Niños del Brasil y Las Novias por unos importes que hacían sonrojar al “Estado del Bienestar”).
El atrevimiento de participar en concursos de rock y ser selecionados como en Un Kilo de Rock en la Sala En Bruto puso a prueba la convivencia de nuestra imagen de zapatillas de esparto y riñonera en ristre con elaboradas estéticas roqueras de sofisticados neogóticos de peluquería y prohibitivos gabanes de cuero.
Pasabares por la Madalena, semanas culturales en colegios (religiosos o no), recintos penitenciarios (donde se arrasaba con la rumba), y eventos vecinales además de las cenas de familia son los acontecimientos que hacen que poco a poco Ixo Rai! cuente con las simpatías de gran parte de la población rebelde de Zaragoza. Tanto es así que ante la iniciativa de grabar el primer disco, y el tremendo-heroico desembolso económico que era necesario para ello (no eran los tiempos de la autoedición en el ordenador y del I-pod), se prepara una campaña de bonos de apoyo de tres importes económicos. Documentos que reproducían un billete de curso legal con la imagen de un cerdo en lugar de la de Juan Carlos I Rey d’España (si se enteran los del Jueves no podemos imaginar que hubiera pasado).
Ixo Rai! participa en eventos tan dispares como la fiesta del PCE ML en la Casa de Campo de Madrid en su primera salida de Aragón ofreciendo una versión del Himno de España a tan ilustres enemigos de la rojigualda (en favor de la tricolor) que hicieron levantar del asiento a la concurrencia para salsear el Himno de Riego. Otra salida reseñable fue la participación en dos años sucesivos en el Euskalherrian Zuzenean en Iparralde  donde curiosamente nos tenían en más estima que en Hegoalde . Varías fiestas de L’Aragonés en A Carrera compartiendo cartel con Gwendal, Os Resentidos y Conservatoire Occitán de Toulouse, fueron igualmente memorables y supusieron hitos de la historia cultural de calle de aquellos años en Zaragoza. Y todo ello ya fuera disfrazados de infanticos del Pilar, de joteros punkies o drag queens con moño y debantal perdidas en la ofrenda de flores, o con Juanito, el batería, cantando una jota de estilo con aletas, tubo y gafas de bucear. El mismo año se actúa contra la Europa del Capital en un concierto, con Piskerra y Reincidentes en el “Ex-Mixto 4”, y para la Expo 92 de Sevilla reivindicando el derecho a la contradicción o simplemente en pleno ejercicio de surrealismo patrio.
Ixo Rai! fue poco a poco convirtiéndose en un grupo incómodo con diferentes vetos comarcales (como el del Ayuntamiento de Ejea, que duró varios años, tras un concierto contra el Polígono de las Bardenas) volviendo a poner en escena temas en apariencia obsoletos de la Bullonera o de Labordeta, cuando no de García Lorca o de Benedetti, paseando la insumisión hasta la abolición de la Mili obligatoria.
Este es un escueto y personal resumen de la vida y anécdotas de los primeros tiempos de unos inconformistas nacidos en el corazón de la “Madalena”. Y que fueron poco a poco asentando su propuesta hasta el punto de hacerse paisaje, un decorado musical  tolerado. Asimilados en el fin de sus días por una industria, en pleno declive discográfico y musical, que termina traicionándoles en su sexto, último y poco difundido, trabajo «Con el agua al cuello». CD en el que lanzan “treinta y tres razones” y mensajes de esperanza con los que “Habrá que andar” frente al trasvase, glosan la oferta basura de las ETT y comulgan bajo dos especies con los curas rojos, siguen rindiendo homenaje a la vida rural que resiste a capitalizarse y a homogeneizarse económica, lingüística y culturalmente, y mandan guiños a la convivencia con las culturas que comparten y se refugian entre nosotros.
Así, paradójicamente, tras este CD, un prestigioso crítico, que años ha alabara la novedosa aportación del grupo (“Fusión e insurrección” tituló aquel artículo), volvió a someterles bajo su pluma y a su reproche presentando como una rémora que continuasen con lo mismo de siempre: revuelta festiva y mezcla irreverente de estilos. Lo que ellos llamaron desde su comienzo «mondongo», todo un homenaje a la tradición menos almibarada, gazmoña y mojigata del país y a su vez más repleta de sabor y organolepsia identitaria.
En este punto, cansados de decepciones y promesas discográficas grandilocuentes y de la inviabilidad económica (a largo plazo) plantearon su desaparición y pasaron su relevo y herencia a quien quisiera retomar sus intenciones en mitad de una fiesta. Transformando su final en un gesto más de heterodoxia, cuando la costumbre del fin de los días de un grupo es dejar la actividad de malos modos con un sinfín de rencillas personales y reproches públicos y privados, Ixo Rai! ofrece una fiesta de despedida (“Le llegó su San Martín” se llamó el concierto) en lo alto de su carrera con cuatro mil amigos en la Multiusos de Zaragoza, cientos de abrazos, incontables lágrimas y multitud de puños y banderas al viento.
Ixo Rai! en 2002 con sus luces y sus sombras pasa a la historia local, se va al cielo de los grupos «buenos» y pasa a estar en nuestros corazones protestones. Sus miembros acometen por fin sus proyectos vitales, familiares y profesionales sin tener que pedirle  a sus jefes un par de días de permiso sin sueldo para actuar en el programa de María Teresa Campos o en el Cine okupado del barrio de Guinardó de Barcelona…  (sinceramente no es fácil imaginar a Bunbury haciendo lo mismo)
El mondongo sigue (si no lo prohíben las normativas europeas), que otros se pongan el mandil…

Post data:
El sello Luna Nueva grabó en el 2006 un disco tributo con la participación de más de veinte grupos y presentó el trabajo en una rebosante multiusos de Zaragoza, dando pie a un espléndido reencuentro de amigos (calvas, arrugas, barriguillas, hipotecas creciditas, hijos…) al calor del mejor mondongo que se haya podido degustar sobre la tierra yerma, un pequeño adelanto de ese día por llegar en que al levantar los ojos veremos una tierra…
Entre tanto, no nos queda más remedio… habrá que andar.

José Prieto