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zaragoza rebelde – 1975, 2000 – movimientos sociales y antagonismos

NICARAGUA, NICARAGÜITA

Contra la intervención yanki

En el año 1978, la sociedad española en general y la zaragozana en particular, poco sabían de Nicaragua. Habían oído acerca del terremoto de 1972, y poco más. Pero las atrocidades de Somoza empezaban a ser conocidas, así como los intentos del pueblo nicaragüense de salir de aquella situación.

Se empezaron a crear comités de solidaridad en todo el territorio español y en Europa; el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) envió a Ángel Barrajón como su representante en Madrid, para conseguir fondos con los que poder realizar su lucha revolucionaria.

En aquel momento Carlos Mejía Godoy estaba en Zaragoza, y empezaba a ser conocido internacionalmente, ya que su canción «Quincho Barrilete» había ganado el año anterior el Festival de la OTI en Madrid. Mejía Godoy empezó su carrera aquí en Zaragoza, donde había estado cantando en el antiguo Chal Chal, y gracias a la Revolución, su canto fue conocido y sus canciones se hicieron populares.

Ángel contactó con un grupo de nicaragüenses que residíamos en Zaragoza y nos invitó a formar un comité de apoyo del FSLN. De una manera informal nos reunimos, entre otros: Oscar Jerez, Bayardo Aguilar, Mincho Narváez (el Mincho Calandraca nombrado en «Los Perjúmenes» de Mejía Godoy), Lesbia, su esposa, Chava, Jimie González, Elia Rosa Espinosa, Roger Cedeño, Carlanga y varios más cuyos nombres no recuerdo; pido disculpas si dejo a alguien sin nombrar.

Decidimos realizar, como primera acción, una exposición sobre Nicaragua en el Casino Mercantil. Las artesanías de Nicaragua no eran tan conocidas como ahora y a todos los nicas a quienes pedimos cosas de sus casas nos las dejaron generosamente para exponerlas. La verdad es que dicha exposición resultó preciosa; y aunque no cobramos la entrada ni vendimos nada, sí que pusimos una hucha para recoger fondos, y esta fue nuestra primera aportación. Nos alegró tanto nuestro pequeño éxito, que decidimos realizar más acciones. Nuestra organización era débil, sólo unos pocos con la intención de apoyar y hacer llegar nuestra voz a la sociedad española.

Carlos Mejía realizaba también sus pequeñas acciones: por aquellos días, en la cripta de la Iglesia de Santa Mónica, cantó la misa campesina, que ya se empezaba a conocer. Con el local lleno, participo Ángel Barrajón explicando las últimas noticias de Nicaragua, contribuyendo a difundir nuestra cultura y a solidarizarse con la situación de nuestro país; para este acto se pegaron dos mil carteles por las calles de Zaragoza.

Ya metidos en la rueda de los comités de solidaridad, recuerdo que vino un jesuita apellidado Sarruk, que dio una conferencia en el colegio de los Jesuitas, explicando cómo era la situación de Nicaragua en aquel momento. El salón de actos estaba lleno -ya se notaba una sensibilidad en la gente sobre lo que estaba pasando en Nicaragua-, vino Ángel Barrajón personalmente y le dimos el dinero para apoyar la causa del Frente.

Esto nos animó mucho y organizamos otro acto, en lo que era el antiguo cuartel Palafox. Roger Cedeño leyó el manifiesto, rifamos varias cosas y pedimos donaciones. Fue un verdadero éxito: estaba lleno y recaudamos bastante dinero, que le volvimos a entregar a Ángel Barrajón.

También hacíamos pequeños actos por los barrios, explicando la situación.
Nos llamaban de colegios y de asociaciones para relatar qué era lo que estaba pasando en Nicaragua y al mismo tiempo hacer donaciones. No solo nos daban dinero, sino también objetos, como lápices, cuadernos o ropa, lo cual representaba un problema pues no teníamos manera de enviarlos a Nicaragua, ni local para guardarlos. Nos dejaron por unos días el cuartel Palafox, hasta que por fin contactamos con un comité de Madrid que centralizaba las ayudas y lo enviamos allí.

La organización era precaria, el núcleo estaba formado por Oscar Jerez, Bayardo Aguilar y yo. Éramos los que dábamos las charlas, y los que tomamos la iniciativa, pero el resto nos apoyaban y solían acompañarnos a todos los actos. Teníamos un ligero contacto con el comité de Madrid, pero, en realidad, no había ninguna directiva para la organización: todo era improvisación y voluntarismo.

El triunfo llegó por fin en julio del 79, como todo el mundo sabe, ya que el 19 de julio fue una fecha que dio la vuelta al mundo con las fotos de su plaza abarrotada, y la música y la alegría de ese momento glorioso que compartió Nicaragua con todos aquellos que habían apoyado la Revolución.

Nosotros aquí lo celebramos con una conferencia en el Centro Pignatelli, aunque también nos preguntaban: «¿y ahora qué va a pasar?». Era el gran interrogante, pero por un instante todo era alegría y celebraciones; y así, hicimos una en el Petit Trianon, en la Avda. de las Torres, ya que nos dejaban el local para hacer fiestas allí. Aquella fue una celebración por todo lo alto, y sin embargo nos rondaba en la cabeza cuál iba a ser nuestro futuro. Recuerdo una conversación con Oscar Jerez aquella noche; nos planteábamos cómo orientar las acciones, las líneas estratégicas; pero él, esa misma noche, me dejó claro que se volvía a Nicaragua. Y efectivamente, creo que estuvo sólo uno o dos meses más aquí. Por tanto, del núcleo quedamos únicamente Bayardo y yo, pero seguíamos contando con el resto de nicas que nos habían acompañado hasta entonces.

Con el triunfo del Frente, nombraron representante diplomático a D. Ricardo Espinosa. Aquí, en Zaragoza estaba de alcalde Ramón Sainz de Varanda; nos reunimos con él y le pedimos que recibiera al representante del Frente, que era agregado consular (no tenía por tanto rango de embajador). Estuvo de acuerdo y organizó una recepción en el Ayuntamiento. Nos pusimos en contacto con D. Ricardo y aceptó venir a las once de la mañana del día que señaló el Alcalde, no recuerdo la fecha exacta.

Llego el día y se hizo con toda solemnidad, con la alfombra roja extendida por la entrada del Ayuntamiento, con dos policías a caballo en la puerta. En aquel momento era un acto solemne que no se daba todos los días. Y empezamos a esperar. Yo recuerdo que le decía al Alcalde: «será la salida de Madrid, que les cuesta». Media hora después llamamos a la embajada y nos dijeron que hacía cuatro horas que había salido. Seguimos esperando. Mis nervios eran evidentes: ya no sabía que decir al Alcalde, con su banda puesta; todo el mundo esperando y nada. Dos horas después apareció: ¡¡¡Se había perdido!!! El chofer nica que llevaba decidió entrar a almorzar en Alcalá de Henares, y luego no sabía cómo salir.

Por fin pudo celebrarse el acto. Firmó en el libro de visitas, se hicieron fotos protocolarias – que a veces he pensado en ir a ver en el archivo del Ayuntamiento-, y se dieron los discursos pertinentes por ambas partes. Luego nos invitaron a comer en el Gran Hotel. Fuimos, además de D. Ricardo, Bayardo, Carlanga y yo; Oscar Jerez ya se había marchado. Fue todo un gran detalle del Alcalde.
Por mi parte, también empecé a preparar mi regreso a Nicaragua. Bayardo comenzó a hacerse cargo del comité y a establecer la relación con la embajada en Madrid.

Yo volví a Nicaragua en 1980 a intentar establecerme definitivamente, en lo que no tuve éxito, y regresé a Zaragoza dos años después.

El comité tenía otra directiva. Principalmente lo llevaban ya autóctonos, aunque Bayardo estuvo aún algún tiempo al frente. Me hubiera gustado contactar con él para compartir estos recuerdos, pero no he podido encontrarlo.

A partir de aquí la historia del comité deberán contarla otros, que fueron los que participaron en toda su evolución posterior. En esta etapa ya no intervine como miembro activo del comité salvo en momentos puntuales y como invitada, aunque siempre he mantenido el contacto, si bien de manera superficial.

Luz Cuadra Fernández