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zaragoza rebelde – 1975, 2000 – movimientos sociales y antagonismos

EL VUELO DEL QUETZAL

Aquella tarde del 28 de Junio de 1991, en la plaza de San Francisco, justo al lado del quiosco de toda la vida, nos concentramos un grupo numeroso de personas (unas mil calculamos) vestidas como indígenas. Un barco de cartón simulaba una de las carabelas que utilizó Colón allá por 1492, tambores, ruido, mucho calor y mucho color. Bajamos recorriendo el paseo de Fernando el Católico, la Gran Vía, plaza de Aragón, paseo de Independencia, plaza de España, calle Alfonso hasta llegar finalmente a la plaza del Pilar. Nos acercamos juntos a la fuente de la Hispanidad y teñimos de rojo sus aguas. Imaginad toda el agua teñida de rojo cayendo desde lo alto simbolizando la sangre derramada por generaciones y generaciones en América Latina.

Cuando me propusieron que escribiera un artículo para este libro sobre mi experiencia en la Comisión Contra la Celebración del V Centenario pensé que quizás no era la persona que mejor podía describir todo lo que significó estar en este grupo. Enseguida me vinieron a la cabeza mis compañeras y compañeros de viaje por aquel entonces; Pilar Plaza, Luis Anoro, Jaime Gaspar, José Antonio Aliaga Pitu, Damián, Juan y Vera, Cota, la francesita Muriel Pérez, Concha de Torrero, Juan Carlos el puertorriqueño, José, Jota… y muchos más.

Cuesta reflejar todo aquello por escrito, sobre todo a una persona como yo, poco reflexiva y excesivamente emocional. Organizar todas las experiencias y sentimientos vividos es costoso. Sin lugar a dudas es imposible transmitir lo bien que nos lo pasamos, lo que aprendimos, lo que disfrutamos de la gente sencilla que vino de América Latina y también de otros lugares para mostrarnos la otra historia, la que nos habían ocultado.

Esta comisión surge junto a otras similares en el resto de ciudades del Estado Español, para plantear el rechazo a los actos de conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, que el gobierno español quería llevar a cabo en el año 1992. Oficialmente no se hablaba de conquista ni de descubrimiento sino de «encuentro de culturas».

Desde que Colón descubrió lo que posteriormente se llamó América, ésta fue introducida por la puerta falsa en la Historia; una Historia con mayúsculas, limitada e identificada con la occidental. Se intentó inventar América a imagen y semejanza de Europa. De esta manera los pueblos «bárbaros», «salvajes» y «primitivos» debían ser llevados a la «civilización y la racionalidad»; humanizados según la concepción occidental.

Este proceso real, que tuvo efectos desastrosos para las culturas y civilizaciones existentes fue justificado en nombre del progreso. Esta misma línea de pensamiento es la que pretendía mantener occidente en 1992, convirtiéndose en el espejo en el que debía mirarse América Latina si quería alcanzar el tren del desarrollo.

Desde la Comisión, además de criticar y oponernos a esta celebración, invitábamos a reflexionar y a descubrir la otra historia de América Latina, no la de los vencedores sino la de los vencidos. Y uno de nuestros objetivos era trasladar el mensaje de dejar a Latinoamérica ser ella misma, respetando su cultura propia, sus realidades, dejar que construyeran su futuro.

Muchas personas colaboraron con esta Comisión, fue un movimiento plural donde todas y todos aportábamos nuestro compromiso, ideas, y esfuerzo. En ocasiones, todavía me pregunto, cómo funcionaba un colectivo, con tanta intensidad de actividad y debate, formado por gente que en algunos aspectos era tan diferente; gentes de la izquierda, movimientos cristianos, anarquistas, algunos muy listos y sesudos o así. Por encima de las diferencias, nuestro objetivo estaba claro: debíamos dar la palabra a los pueblos del continente americano.

Estuvieron con nosotros profesores de universidades de todo el estado, representantes de movimientos indígenas y campesinos, miembros destacados de comités de solidaridad, desplazados por todo el territorio, etc.

Nos reuníamos inicialmente en el local de la Acción Solidaria Aragonesa (ASA), en la Avenida América, en el barrio de Torrero. Más tarde, nuestras reuniones fueron en los locales de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Zaragoza que estaba y sigue estando en la calle San Vicente de Paúl. Fundamentalmente, gente de los Comités Oscar Romero y Solidaridad Internacionalista (CSI), Acción Solidaria Aragonesa (ASA), también de Asociaciones de Vecinos, de colectivos universitarios, compañeros de América Latina que habían venido a Zaragoza para estudiar o buscar trabajo y además de residir en nuestra ciudad, se acercaron a nuestro colectivo, y personas a título individual que eran sensibles al tema. Recuerdo cómo conocí aquí a Muriel Pérez, estudiante de Marsella que estaba en Zaragoza con una beca Erasmus.

Además de cosas sesudas, es decir, jornadas, exposiciones, charlas, presentaciones de libros, también organizábamos marchas indias, danzas del fuego en la noche de San Juan, fiestas en la Casa de la Paz, en el paseo Sagasta 52, hoy convertida en un Centro de Salud. En nuestras fiestas anunciábamos bebidas exóticas, diana del conquistador, y mucha salsa….

Una de las acciones o movilizaciones más rompedora, crítica y a la vez festiva y divertida, fue nuestra particular participación en los carnavales de uno de aquellos años. Los chicos del Teatro Arbolé nos dejaron sus locales de la calle Francisco Ferrer nº 7 para construir una «gran mierda» hecha con sacos cosidos unos con otros en forma de espiral, rellenos de globos inflados a pulmón, moldeada con escayola, pintada a mano y colocada encima de una plataforma con ruedas para poder tirar de ella. En el desfile, unos disfrazados de moscas simbolizando a los políticos de la época, otro disfrazado de afroamericano tirando de la mierda y otros de indígenas, obreros y campesinos azotando con matamoscas a las moscas, o sea a los políticos. Aquello fue la bomba. Qué curro nos metimos, creo recordar a Helena (con h o sin h) cosiendo, inflando… Nos sacaron en la prensa. Ni siquiera sé si la gente entendió qué hacíamos allí pero ahí estábamos metidos en el papel, disfrutando del carnaval pero lanzando mensajes como: «En el 92 tú no te comas su mierda» ó «500 años de resistencia indígena y popular»

Recuerdo el período en el que fuimos más comunicativos si cabe, al ofrecernos los responsables de Radio Mai, una radio libre de la margen izquierda del Ebro, la posibilidad de realizar un programa al que llamamos El vuelo del Quetzal, dedicado exclusivamente a tratar temas relacionados con la Comisión del V Centenario. Pitu y yo, los dos juntos, a pesar del uno y de la otra, conseguimos estar en antena un día a la semana leyendo textos, poemas, entrevistando a gente, trasladando noticias relacionadas con movimientos indígenas y de campesinos tan activos como siempre pero especialmente combativos en aquellos años. Qué tensión, qué nervios, qué ilusión y qué alegría. Muchas veces lo preparábamos todo unas horas antes y nos salía lo que nos salía, pero éramos felices.

Yo nunca he cruzado el charco, otras y otros lo hicieron en aquella época como en otras, para mostrar nuestra solidaridad, pero tuvimos a todos muy cerca. Por ejemplo estuvimos entrevistando a gente que participó en el levantamiento indígena de Ecuador en junio de 1990.

Dos indígenas de la sierra ecuatoriana pertenecientes al movimiento de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador) vinieron a participar en unas jornadas y estuvieron en el piso que compartía con mi amiga Marlies. Eran encantadores pero sobre todo recuerdo como se reían. Se reían de que nuestro gato tuviera para dormir varias cunas acolchadas y mantitas. Nos decían ante nuestras atónitas miradas que ellos allí se los comían. Todo siempre con mucha risa y mucha ironía, nos tomaban el pelo y éramos muy pardillas. Ellos mismos eran los que más tarde y ante un micrófono nos relataban los esfuerzos que sus comunidades hacían para ser reconocidos, respetados… todavía en 1992.

Recuerdo especialmente las ilustrativas y pasionales charlas de Marcos Roitman, sociólogo y profesor titular en la Universidad Complutense de Madrid, que vino en varias ocasiones a colaborar con la comisión y las cercanas y espléndidas aportaciones de Dolores Juliano, antropóloga, feminista y profesora titular en la Universidad de Barcelona, hablando de la situación de la mujer en América Latina, defendiendo que las sociedades precolombinas, con todas sus contradicciones internas eran globalmente menos discriminatorias que los modelos que se les va ha imponer después de la conquista… según recogía su artículo «El papel de la mujer en las sociedades indígenas americanas».

Logramos extender nuestras ideas y que otras organizaciones colaboraran con nosotros en la realización de cursos y seminarios como fue el caso de CODEF, Centro Obrero de Formación, que organizó de enero a mayo de 1992 un curso sobre el V Centenario: ¿algo que celebrar?, en un ciclo que se llamaba «Espacio abierto de los viernes de CODEF».

Dedicamos especiales esfuerzos en acudir a los institutos de secundaria para proyectar videos y charlar con los alumnos/as sobre cómo fue el descubrimiento, la posterior colonización, sus consecuencias en la actualidad, etc. Nos sentimos muy a gusto en las aulas. En esta tarea colaboró un compañero de Huesca, Miguel, miembro de Liberación. Era para nosotros fundamental ocuparnos también de aportar nuestro granito de arena en los centros educativos. Se hicieron unidades didácticas relativas al tema…

Participamos en un encuentro en Puerto Real (Cádiz). En esa aventura se embarcó nuestra queridísima compañera Pilar Plaza -nada comparable a las que decidió vivir posteriormente-, acompañada de unos personajes irrepetibles por sus personalidades como eran Pitu, Cota, Jaime Gaspar, Roberto del CSI…

Jaime Gaspar, al que muchas personas recordamos con cariño, y que ya no está con nosotros, fue en el último periodo, el que animó con más fuerza a hacer visible esta comisión anticelebración. Nos convenció para vestirnos como indígenas en actos reivindicativos, pero sobre todo nos ayudó a sentirnos hermanados con ellos. Fue él quien nos convenció para realizar la movilización con la que iniciaba este artículo. Junto a esta acción preparamos unas jornadas cuyo díptico con la explicación de los actos fue confeccionado por Jaime y lo cerraba comentando: «Los Huicholes de México, los Tannana de Alaska, los Yanomani de Brasil, los Aimaras de los Andes…siguen demostrando con su lucha que el movimiento indio no ha muerto.»

Hasta aquí mis recuerdos, que no son los que otros compañeros/as hubieran relatado o si. Ya lo leerán y lo compartiremos, tomándonos unas copas.
Nuria Miguel