TURNO DE NOCHE. Nuestro granito de arena en el engranaje
Hubo en aquellos años varias huelgas generales. Gentes de los sindicatos -CATA, CCOO y su Izquierda Sindical, CGT o CNT Aragón, CNT, CUT, STEA, TIB, UGT, USO…-, trabajadores/as, estudiantes, organizaciones de izquierda, hicieron miles de actividades (mítines, asambleas, propaganda…) contra los planes de los gobiernos. Planes a favor siempre de la patronal y la banca y contra los intereses de los y las asalariadas. Dentro de las respuestas obreras, unos se entregaban más en la calle y otros en las mesas de negociación posteriores. Viví la huelga general del 26 de junio de 1985, la del 14 de diciembre del 88 -el famoso 14D-, la del 28 de mayo del 92, 27 de enero del 94, 20 de junio del 2002.
Aparte del trabajo de preparación estaban los piquetes del mismo día. O de la misma noche más bien.
No era broma estar en los piquetes. Hubo miles de heridos, muchos graves, y en otras localidades incluso muertos. Manuel Isaac Álvarez, Gonzalo Ruiz, el chaval que mató el joyero en Asturies, y otros…a ellos y a los que pasaron por el hospital dedico esta pequeña memoria.
Recibir un pelotazo a dos metros, en el pecho o en la cara, duele. Ser apaleado en el suelo con porras, y patadas, o botes de humo disparados a dar a la gente… esas cosas que salen poco en las crónicas periodísticas. «Nunca la violencia» que dicen los gobernantes.
Vi o me contaron.
En la del 85, estaríamos unas cuatrocientas personas cortando la carretera de Logroño para detener los autobuses de esquiroles de la General Motors y demás empresas. Llegó la guardia civil. Zamora, dirigente de CCOO, y el mando de la guardia civil negociaron separar varios metros a los dos grupos -que estaban pegados, tocándose- «para evitar incidentes». En cuanto les dejamos sitio para bajar los fusiles con las bocachas dispararon a bocajarro. Luego cargaron con las porras. Un picoleto empezó a darle a Zamora con el mango de un pico. Si no lo para el mando, lo matan. Despejada la carretera, avanzaron los autobuses. Al primero le reventaron el cristal delantero con una lluvia de piedras. A muchos de los siguientes, las ventanas laterales. Desayuno con diamantes para los esquiroles. Esa noche la policía asaltó la sede de CCOO. Algunos policías que intervinieron habían estado allí días antes, haciendo octavillas para sus reivindicaciones laborales. Pero el trabajo es el trabajo.
En la Plaza del Carbón (o Salamero) un policía usó su pistola contra un miembro de un piquete. Afortunadamente se le encasquilló, porque lo tenía a un metro. La gente se quedó blanca, y el que estuvo a punto de recibir el tiro, más.
En otras huelgas las cargas fueron bastante duras, sobre todo en los puentes, la entrada de TUZSA o en El Corte Inglés (empresa puntera en represión sindical). En el puente de la Almozara le reventaron la cara a uno del MCA. El antidisturbios bajó y fue directamente a por él -por ser dirigente conocido-. Le dio una hostia fortísima, de abajo hacia arriba, en la nariz. Es un golpe bastante peligroso, por cierto. En el quirófano lo apañaron bastante.
Había mucho miedo en los puestos de trabajo: te podían despedir, no renovar el contrato, buscarte problemas…Las amenazas del gobierno y la patronal eran veladas -en los medios de comunicación- o directas y claras en las empresas. A la gente la llamaban al despacho, etc. La propaganda, las asambleas y, también, los piquetes, ayudaban a parar ese miedo. Se hacía todo lo que se podía: sentadas, bloqueos con los cuerpos en las entradas de las empresas, se siliconeaban cerraduras de las empresas medianas o grandes -esto era tarea fundamental-, se desconectaban las farolas de la calle; en algún caso se ponían barricadas -incluso con neumáticos ardiendo- pero en Zaragoza era poco habitual. Según como transcurría la noche con sus cargas policiales más o menos numerosas había gente que apedreaba bancos, autobuses urbanos o empresas. O hacían saltar las alarmas de los bancos para tener entretenida a la policía. Luego por el día cambiaba todo bastante. Los piquetes eran más numerosos. Y las manifestaciones y concentraciones de estudiantes y trabajadores creaban un clima más favorable a la huelga.
Una huelga de olas, 2008.
Adolfo Allué Blasco