TOMANDO LA INICIATIVA CONTRA EL FASCISMO
Queremos empezar con un recuerdo para el pueblo que sufrió la represión franquista y los duros años que la continuaron y a todas las personas que lo vivieron en carne propia.
Las personas que sentimos el espíritu del no pasaran queremos aportar nuestra experiencia y recuerdos a la memoria colectiva por medio de este breve artículo. Unos apuntes de las luchas vividas durante la década de los 90. No pretendemos hacer una cronología, sino más bien describir una situación.
La autodefensa antifascista, de los militantes y colectivos sociales, no era necesaria de una forma organizada y cotidiana a comienzos de los 90. El grupúsculo activo del fascismo más callejero lo formaban entre diez y quince cabezas huecas, de confusa ideología en su mayoría, y algunos fascistas de toda la vida sueltos pero sin incidencia real en las calles.
Dentro del grupo forofo del Real Zaragoza Ligallo Fondo Norte, comenzaron a campar a sus anchas un grupo de hinchas que se autodenominaban Unión Norte, en torno a los que se movían fascistas de nueva y vieja escuela. El fútbol se revelaba así en Zaragoza como el semillero del activismo fascista y en su contra se formaron también en las gradas de la Romareda los Red Ultras, a la vez que empezaba a tomar cuerpo el antifascismo callejero y los activistas del antagonismo zaragozano tomábamos conciencia de que comenzaba a haber nazis en las calles y de que había que combatirlos desde el primer momento. En esos años se sucedieron algunos incidentes violentos en las calles de Zaragoza, no solamente ligados al mundo de los ultras de fútbol, como por ejemplo el incendio de un coche de propaganda electoral del Frente Nacional tras unos disturbios provocados por la represión policial en una manifestación.
El 20 de Noviembre de 1992 un grupo de apenas trescientos fascistas, algunos neonazis, nostálgicos, momias andantes y fachas variados se dirigieron atravesando la ciudad a la Casa Okupada de la Paz, foco y referente de los movimientos contestatarios zaragozanos, tras la celebración de la tradicional misa por el dictador en la iglesia de Santiago. Se presentaron bajo la vigilancia policial o, más bien, escoltados por los cuerpos de seguridad, más preocupados en retener la autodefensa antifascista que en otra cosa, actitud que se convertiría en una constante a lo largo de los años. Se improvisó una fuerte respuesta popular, y las personas que defendían la Casa pasaron de ser treinta a doscientos en escasos minutos. La noche terminó con carreras y disturbios por el centro de la ciudad.
No fue ese el último ataque que recibió la Casa Okupada de la Paz ni los activistas que se reunían en ella, y durante todo el tiempo que permaneció abierta se sucedían los incidentes en sus alrededores
Hasta ese momento en los 20-N habían ocurrido distintos incidentes y existía una alerta antifascista, organizada por grupos de afinidad, pero este ataque supuso un salto cuantitativo y cualitativo de la actividad fascista en la ciudad y nuestra reacción fue por supuesto la acción.
Poco después, el 28 de noviembre, tuvo lugar una brutal agresión fascista a un grupo personas sin hogar que dormían en la Plaza de los Sitios costándole la vida a una de ellas. No era la primera ni la última pero, en esta ocasión, los medios de comunicación burgueses dedicaron portadas y extensos artículos a la incipiente formación de grupos de boneheads nazis en la ciudad. Esto, junto con el asesinato por parte de un grupo de neonazis de Lucrecia Pérez en Madrid también en noviembre, sumado a los incidentes de la semana anterior les sirvió a los neonazis para ganar protagonismo y posteriormente asentarse como un grupo de ideología claramente nazi en cualquiera de sus derivaciones, mientras que la extrema derecha tradicional queda casi completamente desaparecida. A cuenta de esta grave agresión, se nos dio voz a los antifascistas zaragozanos en los artículos de opinión en la prensa burguesa, donde nuestro discurso, de tan claro y acertado que era, nunca más volvió a aparecer.
La prensa mete durante la mayor parte de esos años a todos los jóvenes en el mismo saco: las “tribus urbanas”. Y fue prolija en la elaboración de ridículos artículos pseudo sociológicos que quitaban cualquier contenido político a lo que estaba sucediendo en las calles de Zaragoza bajo la batuta de la delegación de gobierno y la policía político-social. Se mezclaban punks, heavies, rockers, skinheads, shaps, nazis… en artículos y declaraciones pueriles que deberían haber hecho sonrojar a cualquiera que pretendiese tener un conocimiento serio de los acontecimientos, y se referían a los ataques fascistas y los intentos de asesinato como peleas “entre tribus”.
En 1993 se empieza a utilizar la denominación de Plataforma Antifascista de Zaragoza (PAZ), que se comenzó a reunir en la Casa Okupada de La Paz. La primera decisión que tomó fue convertir el 20-N, en lugar de una fecha de actividad fascista y de recuerdo y homenaje de la dictadura, en una jornada en la que el antifascismo tomase las calles. Desde entonces vienen teniendo lugar las actividades antifascistas en torno al 20-N, que en todos estos años han pasado por todo tipo de situaciones y enfoques y que ha movilizado a miles de personas.
Tras el desalojo de la Casa Okupada de La Paz (arden Moncasi y el centro en 1994) los colectivos antifascistas se siguieron reuniendo, ampliando e incorporándose a otras redes y locales de Zaragoza, con una idea común: no queríamos ni un fascista en las calles ni una calle para los fascistas.
La gente de los grupos o colectivos trabajaba diariamente para sacar adelante un espacio abierto contra la represión policial, las agresiones fascistas y el racismo. En los locales de la Federación de Barrios de Zaragoza (FABZ) se estableció una rutina de reuniones semanales, se repasaba el mapa de agresiones, con ayuda de gente de todos los barrios, se denunciaban agresiones, movimientos y actividades de grupos ultras, y se crearon comisiones de trabajo para llevar adelante todo ese trabajo..
Pasaron muchos colectivos por las asambleas de la Plataforma. Un recuerdo especial desde esos años a toda la gente del CAMPI, Radio Topo, CNT, Ateneo Libertario, Rebel, Liberación, Mala Raza, Espazio Alternatibo, Colectivo Contracorriente, SOS Racismo y mucha, mucha gente que a título particular trabajó para combatir el fascismo.
A mediados de los 90 en la zona de Moncasi estaba el bar en el que el Ligallo Fondo Norte y sus ultras se reunían para los partidos del Real Zaragoza. Los provocadores llegaban a las puertas de bares que eran punto de reunión del antifascismo, como el Beirut, La Tecla, Planta Baja o Barrio Latino en los que había una concienciación muy clara y se optaba por la autodefensa, por lo que había sucesivos altercados callejeros que costaron la detención o heridas a muchos antifascistas. Aún así en Zaragoza los nazis sentían miedo al salir a la calle.
El barrio de la Magdalena también se convirtió en objetivo de las provocaciones fascistas, que llegaron incluso a realizar un ataque incendiario contra al Centro Social Libertario. Mientras se prendía también la mecha en distintos lugares de la ciudad. Acciones de las cuales, si bien no tenían publicidad, sus destinatarios tomaron buena nota. Ardieron las puertas de las casas de varios conocidos nazis, algún coche, alguna moto, explotaron artefactos caseros en la sede de la secta fascista Nueva Acrópolis o en tiendas que vendían parafernalia neonazi, algunos nazis recibían visitas nada diplomáticas en las puertas de sus casas, etc.
La policía no los controlaba, más bien andaban de la mano, y así se llegó a más de una batalla campal de nazis y policía de un lado contra antifascistas por el otro. La policía denunciaba y detenía sistemáticamente a los antifascistas y protegía a los nazis, cuya proporción numérica era sensiblemente menor. La represión se cebó con los antifascistas y en esos años no era extraño recibir llamadas de la Brigada de Información (la Policía Político-Social) para presionar a jóvenes antifascistas y se sucedían las detenciones sin más motivo que la declaración de un nazi mediante el reconocimiento fotográfico o bien nazis que conocían datos de antifascistas y los denunciaban cuando habían recibido algún correctivo.
La resistencia antifa no se rendía, todos los fines de semana y en especial la jornada del 20N se hacían conciertos, charlas, concentraciones o manifestaciones. Se acude a juicios contra antifascistas en su apoyo o contra nazis para arropar a las personas agredidas.
También se decidió ir hasta las cloacas donde se escondían los nazis, y se sucedieron concentraciones en las distintas zonas de reunión de los nazis en la ciudad (Romareda, bares nazis en Heroísmo o la Zona de León XIII, o en la puerta de locales en los que vendían su parafernalia). En algunas ocasiones se publicitaban estas concentraciones pero en otros se trataron de actos espontáneos. No era raro que grupos de gente se dirigieran a los lugares en los que se sabía que estaban los neonazis un fin de semana tras otro.
Cuando ya existía en la ciudad un grupo de nazis activos de estética bonehead y abrieron un local en el Barrio de Delicias en la calle Montecarmelo, se sucedieron las concentraciones de denuncia en su puerta, lo cual influyó en su cierre y el movimiento antifascista demostró su fuerza, contando con un claro apoyo vecinal.
Se intentaban impedir y boicotear igualmente las actividades de los partidos políticos fascistas, tanto del Movimiento Social Republicano (MSR) como los actos de Democracia Nacional (charlas o presentaciones de libros, concentraciones, mítines…), tanto por medio de movilizaciones populares o de grupos autónomos de antifascistas que se pasaban por los actos para dejar clara su postura. Aunque la Policía siempre defendió estas actividades, estos partidos jamás consiguieron tener representatividad ni importancia alguna en la ciudad. De hecho Democracia Nacional cerró la sede que llegó a tener.
La Plataforma estaba asentada, tanto en su labor de coordinación como en su labor propagandística y editaba un boletín en papel de forma periódica. La Plataforma, que heredó la simbología histórica del antifascismo, se abría también a gente de otras culturas, se tomaba la iniciativa de nuevo recordando fechas como la “Noche de los Cristales Rotos” y creemos que era un referente claro para todas las personas antifascistas de la ciudad. Se sacaba adelante también un programa de radio en la radio libre Radio Topo que nos daba una buena cobertura a la Plataforma Antifascista y a todo el antifascismo en general.
Por su parte, en la Universidad de Zaragoza, los estudiantes crearon también la Plataforma Antifascista Universitaria (PAU) que funcionaba de forma autónoma y que organizó varias jornadas de temática antifascista en el marco de la Universidad, con una gran participación estudiantil.
En paralelo a nosotros, renombrados abogados de la ciudad nos apoyaban y nos defendían. Se sacó adelante una asesoría jurídica para detenidos y agredidos y hubo un teléfono de alerta al cual podía llamar cualquier persona que hubiera sufrido una agresión. Se asistió a jornadas fuera de nuestra ciudad (Madrid, Barcelona, Portugal, Alemania….
La escena musical alternativa del momento ayuda a financiar el movimiento antifascista y habría que darle las gracias a muchos grupos por su compromiso como grupos y personal. Y muchas personas dejaban claras sus ideas a los fascistas en la calle sin tener contacto alguno con la PAZ.
Los nazis por su parte lo intentaron todo para amedrentar al movimiento antifascista. Atacaron a varios locales sociales, por ejemplo el taller de bicicletas del colectivo Pedalea en la Universidad, o la sede de Solidaridad Obrera Libertaria. Se pasaron situaciones muy duras. Gente amenazada, pintadas en bares y casas, palizas indiscriminadas o selectivas. Además de la represión. Pero de nada les sirvió. La respuesta popular fue contundente. Impotentes, se refugiaron en la violencia gratuita, las drogas y el sectarismo. La presión social en su contra era fuerte. No consiguieron ningún apoyo popular en buena parte gracias a nuestro trabajo.
Pasaban los años, muchos, y las diferencias internas de cómo afrontar la estrategia a seguir se acentuaban. Era una plataforma muy plural y si bien se conseguía sacar adelante una estrategia común, los puntos en los que había divergencia salían a la luz continuamente. Algunos grupos y personas se alejaron de la PAZ a finales de los 90, así como venían nuevas. Pero la raíz se había secado. No se sabe qué mes del año 2001 la PAZ se disuelve en un momento de claro retroceso de la actividad fascista en la ciudad. Habíamos tomado las calles.
Otras personas han llegado y han tomado la iniciativa, y mucha de la gente que protagonizó la lucha en esos años sigue en activo. Estamos en el siglo XXI y buena parte de lo que aquí se relata sigue sucediendo en nuestras calles. Se continúa la lucha. Siempre será así. Este escrito es sencillamente para que esto no se olvide: . Contra el fascismo ni un paso atrás.
Algunos ex-militantes /as de la PAZ