LA LUCHA POR EL TRASLADO DE INDUSTRIAS QUIMICAS DE ZARAGOZA
El año de 1976 fue un punto de inflexión en el movimiento de barrios no solo porque se logró a través de las Asociaciones de Vecinos el crear una plataforma de trabajo y de lucha unitaria, sino porque se pasó del trabajo semiclandestino de los comités de barrio a un movimiento de masas con un amplio carácter asambleario, cerrándose así, junto al movimiento obrero y estudiantil, el tercer frente de oposición a los últimos vestigios de la dictadura.
Aunque habían sido varios los intentos que en la Almozara se habían realizado con anterioridad, no será hasta enero de 1977 cuando finalmente empiezan las luchas y las reivindicaciones de manera masiva dirigidas por una Asociación de vecinas y vecinos renovada (hasta este momento estaba formada por personas afines al movimiento), y en la que habíamos entrado a trabajar personas con una clara ideología de izquierdas.
El trabajo se realizó en dos planos muy diferentes pero complementarios. Por un lado, desde la aprobación en el mes de abril de la ley que suprimía el anterior marco jurídico, se incidió en el cambio de la situación jurídica de la asociación convirtiéndola en asociación de vecinas/os, lo que nos permitió huir del presidencialismo jerárquico de las asociaciones de cabezas de familia y acercarnos a un sistema de participación directa y asamblearia, recuperando así a una buena parte de antiguos socios. Junto a este cambio en el método de trabajo, y como complemento a lo anterior, el primer objetivo que nos planteamos fue el confeccionar una tabla reivindicativa del barrio, donde la lucha contra la Industria Química (IQZ) y la autopista, que nos aislaba al barrio, pasan a ser los objetivos prioritarios, que no únicos.
El cambio se dejó ver bien pronto, lo que prueba la necesidad que había en el barrio de acabar con estos problemas citados. El día 1 de octubre se celebra una manifestación convocada por la asociación, en la que más de diez mil personas recorren la ciudad en protesta por la autopista y por la industria química. Cierto que concentraciones y movilizaciones había habido durante todos los meses pero no de forma tan masivas. El éxito rotundo de esta movilización hace que a partir de este momento se tome más en serio a la asociación. Y que empiece a ser un motivo de preocupación para las autoridades tardofranquistas. Así, en noviembre de 1977, en un claro intento desmovilizador, se celebra una reunión en la asociación en la que participan, además del gobernador (el después famoso Aina), el alcalde, dos concejales y el delegado carreteras, proponiéndose una mesa de negociación. Después de tres reuniones -la cuarta ya no se convocó- nos dimos cuenta de que por parte de la administración solo querían entretenernos y darnos largas ante cualquier reivindicación.
La vía que teníamos que seguir estaba clara y eran los vecinos los que la habían trazado. Volvimos a retomar las asambleas, que era de donde habían salido todas las propuestas, y empezamos nuevas movilizaciones, con la quema en diciembre de una maqueta que representa a la química, y ya en enero comenzamos una serie de concentraciones en la autopista con la que logramos parar las obras de la autopista: se dio la circunstancia casual de que algunas máquinas se estropearon y que otras –tal vez debido a la impericia del conductor, que se había ausentado- se caen por el talud. Y tantas veces como íbamos aparecía la fuerza pública. Y para que no faltara nada en esta espiral de intimidación, el presidente de la asociación es llamado a declarar sobre, supongo, que la impericia del conductor o por qué se averiaban sus maquinas.
Pero no eran solo las obras de la autopista. Después de una de estas concentraciones un grupo de vecinos se acerca a la química y con maderos tiran un trozo de tapia. Además, todos los sábados por la noche, nos acercábamos (más de doscientos vecinos por término medio) con bolsas de basura para echarla al otro lado de la puerta de la química. El lema era devolverles una pequeña parte de la basura que ellos nos echaban.
Las reivindicaciones estaban claras. No queríamos que la autopista que estaban construyendo en la margen izquierda del barrio supusiese un aislamiento para el barrio, por lo que pedíamos un paso a las Delicias. Por otra parte la industrial química debía desaparecer, además de la contaminación que había en el barrio, su ubicación impedía el desarrollo del barrio.
Desde el primer momento fuimos conscientes del problema que podían suponer los puestos de trabajo, sabíamos que se utilizarían como chantaje por parte de la empresa, como así ocurrió. Por este motivo nos pusimos en contacto con los trabajadores y con los sindicatos. Nuestra reivindicación siempre tuvo en cuenta esta situación y por lo tanto pedíamos su erradicación y traslado a otro lugar respetando todos los puestos de trabajo. La situación con la que nos encontramos es que la mayoría de los trabajadores (no afiliados hasta este momento) se afiliaron, a partir de aquí, mayoritariamente a CCOO, puesto que la postura de este sindicato fue la de no mover la Industria del barrio, esto es, la misma que la empresa. Se vivieron momentos muy duros en los que los pocos trabajadores que apoyaban la postura de la asociación tuvieron serios problemas, igual que algunos miembros de la asociación que fuimos amenazados. Así, en las negociaciones con la empresa, nos sentábamos en una parte, la asociación y la CSUT (sindicato que apoyaba nuestra alternativa, que garantizaba los puestos de trabajo, puesto que siempre en todas las negociaciones uníamos la erradicación y el traslado de la empresa respetando todos los puestos) y por otra la empresa con sus abogados y CCOO.
Los meses de febrero y marzo de este año fueron especialmente intensos. En febrero, un grupo de vecinos nos trasladamos a Madrid, a una entrevista con el entonces Ministro de Urbanismo Garrigues Walker y con Diamante, Director General de Carreteras. Nuestra mejor tarjeta de visita fueron nuestras movilizaciones puesto que nada más llegar al ministerio, todos –hasta los ujieres que esperaban con varios cientos de acreditaciones- eran conocedores de la situación límite a la que se había llegado en las protestas. Y obtuvimos lo que el barrio pedía al llegar a unos acuerdos que recogían la construcción de un paso a las Delicias tanto para vehículos como para peatones. Esto supuso una obra valorada en ciento cincuenta millones de pesetas de las de entonces, puesto que la autopista ya estaba terminada. Paso que denominamos, una vez construido, como Travesía de la Unidad Vecinal.
Pero si un problema estaba encauzado, aun faltaba el de la Química. El día 25 de febrero habíamos solicitado permiso para una manifestación el 8 de marzo. El primer día del mes, en un claro intento de amedrentar, se requiere al presidente de la asociación para que pase por la comisaría de Delicias y el 3 de marzo nos llega la comunicación donde se prohíbe la manifestación, alegando que ya habíamos hecho una por el mismo motivo, aunque en el fondo son órdenes que provienen directamente de Madrid. La convocatoria se mantiene y el gobernador multa al presidente de la asociación (hecho que quedó después en agua de borrajas). Se pide el apoyo de las distintas fuerzas políticas y se convoca una rueda de prensa en el Pignatelli. El PCE se vuelve atrás desconvocando la concentración que se había convocado para el 8 e intenta negociar por su cuenta con el gobernador. Semana de grandes tensiones políticas y de continuas mesas de partidos. El PCE, desoyendo a la asamblea del barrio, negocia con el gobernador y propone a cambio de la manifestación, un mitin en un local cerrado diez días después con posible manifestación a la salida. Esto no es aceptado por una muy concurrida asamblea que se realiza en la asociación y además se propone convertir en día 8 de marzo en una jornada de lucha y huelga general del barrio, como respuesta al recorte de nuestros derechos. Así las cosas, el PCE decide retirarse de la convocatoria y no participar en las movilizaciones acordadas por la asamblea.
Para lograr el seguimiento masivo de la jornada de lucha y huelga general, se convoca una rueda de prensa por parte de las asociaciones vecinales y sociales de Zaragoza que firman un documento de apoyo, y se ponen carteles por todo el barrio convocando la jornada de huelga. Resultado: se manifiestan más de seis mil personas y cierra todo el barrio; más de cien personas se organizaron en piquetes informativos, a todas luces innecesarios, ya que todo el barrio se sumó voluntariamente al cierre.
La jornada de lucha consistió en el cierre de empresas, bares y comercios y una charanga que a partir de las cinco de la tarde recorrió todo el barrio. Los partidos que la apoyaron mantuvieron los acuerdos que consistían en que en todo momento la asociación asumía la dirección de la jornada. Se terminó con una numerosísima concentración. La asociación valoró esta jornada muy positivamente.
La guinda a esta jornada fue la tan esperada sentencia del Tribunal Supremo sobre la Química. El 10 de marzo de 1978, el Tribunal Supremo dice que el Ayuntamiento tiene que ejecutar en el plazo de dos meses sus acuerdos de precintado y cierre de las instalaciones de la empresa. Sentencia que nos llena de argumentos, de los suyos, de los formales, porque de los otros no nos hacían falta, pero que nos sigue manteniendo alerta frente al Ayuntamiento para que cumpla la sentencia.
El barrio no cae en el error de desmovilizarse, al contrario. Por otra parte seguimos las concentraciones en la autopista para que, mientras se realizan las obras, se instalen semáforos y se descatalogue como autopista (imprescindible para poner semáforos), cuestión que se consigue. Por otra parte, tenemos que seguir con nuestras movilizaciones y comparecencias puesto que empiezan los recursos por parte de la empresa y, además, el Ayuntamiento no aplica la ley. Fueron numerosas las visitas al alcalde, concentraciones, cortes de tráfico, etc… Van a ser muchos meses sin descansar una sola semana, pero gracias al tesón de un barrio se consiguió vencer a una gran empresa como era la IQZ.
El barrio, tras tantos años de entrega y compromiso bien se merecía una celebración. El día 6 de mayo se organizó una fiesta en el barrio para celebrar estos primeros éxitos que tuvieron continuidad en los meses siguientes: en junio el Consejero de Urbanismo y Obras Públicas de la DGA pide el desalojo de la Química y dice que se opondrá a cualquier intento de reestructuración de la plantilla. A finales del año 1979 se cierran los hornos de sulfúrico (principal causa de la contaminación) y a primeros del año 1983 empieza el desmantelamiento de la IQZ, trasladándose a otro municipio y respetando todos los puestos de trabajo.
El proceso fue larguísimo y muy duro. Esto es un resumen en el que no se si habré sabido reflejar el proceso que vivió todo un barrio, organizado en torno a la asociación y a través de asambleas. Fue un proceso claramente comunitario, con muchas zancadillas por el camino hasta por parte de quien no debería haberlo hecho. Al final el barrio consiguió algo que parecía imposible, pues éramos David contra Goliat. El movimiento vecinal salió tremendamente fortalecido y la conciencia de barrio se consolidó.
Asun Gulina