INTERVENCIONES 2
Con semejante slogan, alguien tuvo la idea de convertir la Plaza de Santa Cruz en un Montparnasse zaragozano, a principios de los años setenta. La idea era muy hortera pero decidimos aprovecharla. Podía ser un buen lugar para organizar happenings y performances.
El primer día organizamos la fiesta del papel. Hicimos una amplia convocatoria dirigida a los niños y el domingo por la mañana apareció Joaquín Jimeno en un camión cargado con papeles de todo tipo. No recuerdo dónde lo había conseguido. Descargamos en la plaza y empezamos a improvisar. Teníamos pinturas, tijeras, pegamentos, grapadoras… y niños, muchos niños que se desembarazaron de la compañía de sus padres y entraron en un incontrolable frenesí creador o destructor, no recuerdo. Lo que sí recuerdo es que un niño se hizo, con mi ayuda, un vestido que recordaba mucho a la bata de médico de Groucho Marx. Loco de contento fue a enseñárselo a su madre: «¡Mamá, mamá!» La buena señora le soltó una bofetada de las de padre y muy señor mío. Por mamarracho.
Los siguientes domingos, las actividades ya fueron dirigidas a los adultos. También había muchos. Cada uno hacía lo que le daba la gana. Algunos incluso empezaron a llevar cuadros para vender. Recuerdo que un día repartí octavillas con un fragmento de Julio Cortázar: «Qué maravillosa ocupación ir andando por el bulevar Arago contando los árboles, y cada cinco castaños detenerse un momento sobre un solo pie y esperar que alguien mire, y entonces soltar un grito seco y breve, girar como una peonza, con los brazos bien abiertos, idéntico al ave cakuy que se duele en los árboles del norte argentino». Muchos, por miedo o porque eran apolíticos, se negaban a cogerlas.
José Luis Cano