zgz rebelde

zaragoza rebelde – 1975, 2000 – movimientos sociales y antagonismos

FUNDACIÓN DE LA PEÑA EL BRABÁN


Estábamos en la CSUT (Confederación Sindical Unitaria de Trabajadores) preparando la marcha para pedir la reapertura del Canfranero; era jueves y, sobre las diez de la noche, se presentó Javier Alquézar y me dijo que teníamos que hablar. El PTA (Partido de los Trabajadores de Aragón) le había encargado formar una peña para las fiestas, él no se veía preparado y me propuso que fuera yo. Era sábado y estaba esperando a Javier Martínez y a Nelson, éste último como responsable de propaganda, para cargar la famosa pancarta del sindicato. El domingo, durante todo el viaje, fuimos dándole vueltas al asunto para contactar con la gente conocida. El lunes bajé al sindicato vertical para solicitar una sala, alegando como motivo una reunión sindical. Ese día Miguel ya pasó por el sindicato. Yo estuve hablando con los de la Borina y quedamos para la primera reunión en el Vertical.

Allí estábamos: Miguel Martínez, Vicente Ferrer, Vicente Navarro, Pablo Lacueva , Juan Carlos Ferrández y su hermano Javier(alias Pirineos), Teo Larrarte, Nelson, Jesús Moreno, Lourdes Escribano, Arnaldo Escó, Lasheras, Jesús Begue, y un compañero que luego formó la peña El Rebullo. Si me falta alguno que me perdone pero la memoria me empieza a fallar. Empezamos la reunión y cada uno se encargó de un tema. Unos del uniforme, otros del nombre, Jesús Begue de la charanga, y así quedamos para la semana siguiente en el bar Tarazona, en la Calle Urrea. Teníamos unos quince días para formarla.
A la semana siguiente acudimos todos al Tarazona, tengo un recuerdo especial para Vicente. Lo que más debate produjo fue el uniforme y el nombre. En el primero, Vicente Ferrer propuso que tenía que ser chaleco rojo, camisa amarilla y faja morada. Aquello se notaba mucho, lo digo porque son los colores de la bandera republicana. Se quedó en que sería pantalón y chaleco negro, camisa blanca y la faja morada. Con el nombre también hubo mucha discusión, porque no sabíamos si era correcto brabante o brabán, al final Lasheras decidió Brabán. Fue en el escudo donde se acordó que pondríamos la republicana y así quedó: en la parte superior, el cachirulo, con el escudo de rojo de Zaragoza; en el centro la bandera de Aragón ya que estaba el amarillo y en la parte inferior, el brabán y fondo morado. Alrededor se puso la faja en morado y el nombre. Aún quedaban muchas cosas: local, charanga, las bebidas, el burro con el carro y el vino… Se quedó que para la próxima reunión, pues las fiestas del Pilar empezaban ya a la otra.

Del local me encargué yo. Por aquel tiempo habíamos hecho alguna amistad con el dueño del Restaurante Francés. Una tarde bajé y le expliqué lo que queríamos montar para las fiestas; no os lo podréis imaginar, estuvo desde el primer momento dispuesto a ayudarnos. Me dijo: «Tengo un local en la plaza de San Pablo, enfrente de la iglesia, junto al bar Los Tres Hermanos, podéis contar con él. Si necesitáis que hable con las casas de las bebidas, no hay ningún problema». Yo casi no me lo podía ni creer, pero bueno, ese problema ya estaba solucionado. Jesús Begue, había contactado con la charanga de Alagón y también estaban de acuerdo en venir a tocar. Los cachirulos y las fajas eran del comercio El Pequeño Catalán. El burro con el carro eran del Tío Quico, del barrio Oliver. No me acuerdo de donde sacamos la cuba de doscientos litros que iba en el carro.
Jesús Moreno quedó encargado como responsable o mediador entre la peña y el Gobierno Civil. Intentamos legalizarla, pero no había tiempo para presentar los estatutos, así que se fue una mañana a hablar con el Gobernador y ver como podíamos salir a la calle sin problemas. Llegaron a un acuerdo. Cada mañana se acercaría Jesús al Gobierno y le explicaría al secretario todos los actos que teníamos para ese día. En una palabra, negociaban lo que teníamos pensado hacer.
Ya prácticamente teníamos todo organizado, solo faltaba hacer los carnés, poner la cuota y planear el funcionamiento del local. De los carnés se encargó Nelson. La cuota fue de trescientas pesetas. Se decidió que la bebida en el local sería gratis y se pediría la voluntad; de los turnos no me acuerdo.

Llegó el día del pregón, estaba todo perfectamente preparado, nos lo habíamos currado bien y solo esperábamos que saliera como habíamos pensado. Teo y Nelson subieron al barrio Oliver a buscar el burro del Tío Quico; lo tenían que bajar a Tenerías, que era de donde salía el pregón paralelo. Aquello se les complicó, porque bajar al burro por toda la avenida de Madrid, Conde Aranda, no era fácil. Y cuando llegaron al Coso, esquina con la calle Alfonso, ya había llegado el pregón oficial. Yo los estaba esperando allí y no sabíamos qué hacer. Había muchísima gente, varios policías municipales y no se nos ocurrió otra cosa que empezar a repartir vino. La gente aplaudía y los municipales nos abrieron paso por el lado derecho del Coso, de tal manera, que cuando llegamos a la altura del Bazar X, nos cruzamos con la carroza de la Reina de las Fiestas (fue el último año que hubo). Aquello era impresionante, pues llegamos a la puerta de la Diputación Provincial y la gente dejó el pregón y se iba a beber vino. Nos quedamos allí hasta empezó a venir la gente de la peña. De aquí nos fuimos al local, aquello parecía San Fermín con la gente detrás de la charanga. La plaza de San Pablo estaba llena, todos a beber, pero a las tres horas de empezar las fiestas hubo que hacer una asamblea urgente, pues no quedaba bebida y no habíamos recogido ni una peseta. Toda la semana fue impresionante, creo que para muchos de nosotros no habrá otras fiestas iguales. A los tres o cuatros días el arzobispado sacó una nota denunciando la actitud de los peñistas, que subían a mear y cagar al tejado de la iglesia de San Pablo (estaban rehabilitándola y los andamios cubrían toda la fachada). No os tengo que decir que fueron nueve días sin salir del local.

Los estatutos de legalización de la peña se presentaron el dieciocho de noviembre de 1978 y lo que ocurrió después de esa fecha ya es otra historia.

Juan Carlos Duarte Urro