zgz rebelde

zaragoza rebelde – 1975, 2000 – movimientos sociales y antagonismos

EMPEZÓ COMO UN JUEGO


¿Fue una casualidad que algunos de nuestros primeros encuentros fueran en los Billares La Unión o tuvo algo que ver el destino? No sabemos, el billar es un juego (y seguimos jugando) y la unión la hemos mantenido para conseguir, contra viento y marea, realizar nuestros sueños en esta ciudad.

Los Billares La Unión estaban situados en lo que fueron los aposentos del Conde de Sástago, en su palacio, antes de la restauración. Eran los años 1980, 1981….

Billares en la planta baja y café en la de arriba. Nos reuníamos un montón de gente alrededor de antiguas mesas de mármol y hierro, en bancos de madera, junto a una estufa de leña plateada y bajo la atenta mirada de una pareja de abuelillos que llevaban el local.

«A las 6 en la Unión» , así de sencillo. No había nada que solicitar ni reservar, el local siempre nos esperaba, no se movió hasta que compró el edificio la DPZ (Diputación Provincial de Zaragoza)y decidieron restaurarlo.

Todo estaba empezando, nada era estable, por eso nunca nos planteamos alquilar un local durante esos años; por la falta de dinero y también por la provisionalidad de todo lo que nos rodeaba.
Las primeras construcciones de material para las actuaciones en parques y pueblos las realizamos en nuestras propias casas; invadíamos espacios familiares, en una vorágine de ganas y de entusiasmo por sacarlas adelante. Cuando el volumen de los cachivaches nos superó estuvimos de «invitados» en pisos abandonados, locales sindicales o de amigos generosos.

Al principio fue necesario hacer denuncia y reivindicación. No había nada para chavales en la ciudad que no sucediera en grupos de parroquia o scouts. Nosotros buscábamos nuevos espacios abiertos, con aire fresco para que niños y niñas los compartieran a través del juego, y a la vez había que pensar que muchos otros menores en la ciudad tenían menos derechos y estaban en una situación de desprotección, de ahí que se organizaran unas «Jornadas sobre la Infancia y la Juventud Marginada».

En estos años se comenzaba a oír hablar del protagonismo infantil, del juego no violento, de la creatividad, de la no competitividad, de la enseñanza en libertad, del arte y la literatura infantil, de la infancia marginada…
Nosotros queríamos que los niños en la ciudad se visibilizaran y fueran importantes en ella.

Para conseguir dinero y crear unos talleres infantiles montamos nuestra «campaña de autofinanciación»: recitales de música, proyección de películas infantiles, venta de adhesivos… y hasta perdimos la vergüenza y llegamos a cantar en las escaleras de la DPZ o ¡en bodas! Y no sólo lo hicimos por nuestra juventud (que también), sino por esa sensación que había de tener todo por hacer y muy poca confianza en que alguien nos financiara nada. Parecía que todo había que currárselo a pulso. No estábamos acostumbrados a subvenciones ni a contratos para actos culturales, ni a movernos en las instituciones, ni a que éstas fuesen cercanas… así que, en cuanto pudimos acercarnos y lograr un poco de su confianza, conseguimos algo de dinero y pudimos dejar «la carrera de canto» a la que nos habíamos lanzado.

Con eso y con lo ahorrado con nuestras actividades, alquilamos unos bajos bastante inhóspitos donde montamos nuestros primeros talleres infantiles, en 1981 en el barrio de Las Fuentes, germen de lo que serían los Centros de Tiempo Libre de esta ciudad. ¡Por fin dinero público para reivindicar la expresión artística y creativa de los niños y su participación social en el barrio!

Otro de los lugares de Zaragoza, emblemáticos para nosotros, fue el Cuartel de Palafox, en el que el ayuntamiento nos dejó un local semiabandonado pero en el que colocamos nuestros bártulos (poco después lo demolerían sin avisarnos y con ellos dentro, pero…)
En el patio de este espacio, para las Fiestas del Pilar, se instalaba el pabellón de actuaciones, así que allí vimos un montón de conciertos en la última fila (nuestro gallinero particular) mientras recortábamos máscaras, hacíamos banderolas o confeccionábamos disfraces para usar en la calle al día siguiente… surrealismo dentro de un ambiente en el que cabía todo.

Alrededor del pabellón estaban los bares de los primeros colectivos ciudadanos. En un pequeño paseo reconocías las caras de los que en ese momento estaban cambiando la ciudad. Pocos, pero suficientemente juntos.

Y pocos eran también los grupos de teatro de la ciudad: El Silbo Vulnerado, La Taguara, La Mandrágora, El Teatro de la Ribera, Arbolé (que por entonces se llamaba La Oca) … a la vez, muchos colectivos surgían día a día: la Escuela de Verano de Aragón (EVA), la Asamblea Ecologista, el Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad, asociaciones vecinales…. con propuestas nuevas a las que nos apuntábamos sin pensar: talleres con la EVA, intercambios de chavales de pueblos y de Zaragoza (por aquel entonces muy desconectados), primeras fiestas populares en los barrios, el Puente por la Paz que cruzó toda Zaragoza con una cadena humana, simulacro de ataque nuclear en la Plaza San Francisco….

A todo esto intentábamos aportar nuestros primeros «saberes» en animación (una pequeña banda, muñecos, maquillaje, juegos… ) y desde luego toda la energía del mundo. Porque, a la par que buscábamos actividades para los niños de la ciudad, nosotros, como jóvenes, necesitábamos alimentarnos de todas estas movidas, compartir lo que cada uno teníamos… y así, casi sin saberlo, construíamos un tejido social muy abierto y variado, en el que cabíamos mucha gente.

… Ahora ya no quedamos a las seis en los Billares «La Unión». Ya no existen, pero se libraron de ser convertidos en banco, oficinas o centro comercial…. al menos hoy es un espacio en el que podemos, tranquilamente, disfrutar contemplando arte, que es precisamente a lo que nosotros nos queremos acercar. Se cierra el círculo.

PAI (Promotora de Acción Infantil)