INTERVENCIONES 1. LA NAVEGABILIDAD DEL EBRO
Teníamos dieciséis años y practicábamos remo en el Club Náutico (recientemente desaparecido).
Un día planeamos dejar las yolas y los outrigers y subirnos a una balsa para bajar por el Ebro. Conseguimos ocho neumáticos de tractor en alguna parte y Enrique Royo, que era ebanista, preparó unos largos y gruesos listones para sujetarlos.
El sábado siguiente, llegamos hasta cerca del castillo de Miranda, no recuerdo si andando o en algún otro medio de transporte. Acampamos en una vieja cantera y dormimos al raso. Por la mañana, nos dividimos en dos equipos: unos fueron a la gasolinera de Juslibol a inflar los neumáticos y otros nos quedamos cortando cañas para hacer la cubierta de la balsa.